Salgo de mi casa, ataviado como algunos
dicen, de romano; pues sí, voy a hacer lo que hacían los antiguos romanos, conquistar.
Conquistar quilómetros y calorías. Pero esta vez no usaré ningún artilugio que me ayude a conquistar
semejante hito: lo haré, simplemente, con mis pies sobre el asfalto. Bueno, sin ningún
artilugio no, un smartphone de tamaño proporcional al tamaño del
sexo medio del hombre español siempre ayuda a
hacer la conquista menos fatigable. Y muy musicable. Y ahí
estoy, con el jadeo típico de un atleta, bajando el camino que ladea el río,
que a la vez ladea la cuidad, tranquilo, sin prisa pero sin pausa, acompañado
siempre por la voz de un pequeño hombre con una gran voz, tal que no le suele caber en el pecho y
no tiene más remedio que expulsarla, para goce de todo aquel que aprecie un
poco el buen arte de la música.
Y de repente, una frase… “High moon, Oh I'd sell my soul for water”…
La luna está bien alta y brilla solemnemente, marcando
cada uno de mis pasos. ¿Para qué tener luces cuando tienes a luna que te ilumina? Y sí, daría mi alma por un sorbo de agua… “Is it far, is it far, is it far?…”, no sé cuánto
camino me queda, pero cada vez la fatiga me acosa más y me convierte en un ser pesado, de piernas de
piedra en vez de carne… “…a tower of Stone, With our flesh and bone”, eso
es lo que soy ahora, una torre de piedra que lucha por arrastrarse para alcanzar su
meta… Y entonces se hizo una música, una suave y liviana melodía que,
de pronto, me hace caer en la cuenta de que no estoy corriendo al lado de un río: he
sido transportado a un desierto nocturno, con un cuarto de luna brillando como
nunca en lo alto, siguiendo un sinuoso camino entre las altas dunas coronadas
por las luces de las estrellas. Pero ya no me siento pesado, la torre de piedra
hecha de huesos y carne ha desaparecido y solo me queda levedad, pura levedad. El aire
tiene claras fragancias árabes, destiladas por unas insinuantes notas de un guitarrista que
no supo conformarse con lo que el Rock ‘n’ Roll le ofreció. Y vuelve a sonar “Is it far, is it far, is it far?…”, pero
esta vez estoy mucho más cerca, amigo mío…“… a tower of Stone, with our flesh and bone”. No,
ya no soy eso, soy una pluma, un pluma que baila en el viento de una cálida
noche de finales de verano…
” I see a rainbow rising, look there on the
horizon. And I'm coming home…”, pero
no es un arcoíris lo que se levanta delante de mí, son las luces de la cuidad, que me indican
que mi hogar está más cerca… Vuelvo a mirar a mi alrededor, ya he dejado el desierto, estoy en
las afueras de la cuidad, cada vez más cerca de casa. Este trozo de magia, que nos
regalan estos pequeños dioses humanos, hace rato que se acabó,
ahora suena una música más oscura que habla de muertos, dolor, crímenes,
dioses computarizados y filosofía; pero siempre acompañado por esa gran voz, de ese hombre tan pequeño.
A veces, no hace falta drogarse o ser un místico
para experimentar cosas
sobrenaturales, simplemente hay que dejarse llevar por las notas que nos
regalan unos pocos afortunados con sus dones innatos, para salir de la vida y
nadar con ella en su eterno flujo.