Líbrame de ti.
Líbrame de tu alargada sombra. Sombra gigantesca
que ha dejado tu cadáver y que cubre todo mi ser. Cadáver que solo escupe por
su gran boca balas en forma de palabras de odio, rencor, sarcasmo, burla y
mofa. Palabras de odio. De odio por mi odio.
Más líbrame de ti.
Líbrame de mi odio. ¿Pero cómo no te voy a odiar?
Me traicionaste con la peor de las traiciones. Con tu boca hiciste que el sol de
verano llenara de hielo invernal mis venas. Con tu boca hiciste que yo escupiera
fuego por la mía. Y quemara lo poco que aún nos unía.
Más líbrame de ti
Líbrame de mi rencor. Rencor de tanto dolor
gratuito. Rencor de tanta unilateralidad despechada y posterior arrepentimiento.
De tanto por contarte y nada por decirte.
Y es que prefiero estar callado a volver a herirte. Ahora mi boca solo
haría que fusilarte.
Más líbrame de ti.
Líbrame de tu ausente presencia y de tu presente
ausencia. Eres como el sol de invierno, brillas por tu ausencia pero cuando
brillas, ciegas. Ciegas razón y sentimiento, visión y percepción. Me hundes en
una neblina de sentir abstracto y sin definición.
Más líbrame de ti.
Líbrame del insomnio que me produce el arte, de
levantarme de madrugada escribir sobre alguien cuya alma fue desecha y tirada
como bien consumista y sustituida por otra de placentera conveniencia. De ese
vuelco en el corazón cada vez que oigo tu nombre.
Más líbrame de ti.
Líbrame de tus medias tintas, medias confesiones y
medias verdades. De tú ningún y completo arrepentimiento. De tú ninguna y
completa añoranza. De tu completa ambigüedad y ninguna claridad. Gran y maldita
artista que sabe que el gran arte es el que no dice nada.
Más líbrame de ti.
Líbrame de tu orgullo. Orgullo que me sigue
hiriendo a través del abismo. Orgullo que se hirió el solo con las
consecuencias de sus acciones y decisiones. Orgullo que te ciega y no te deja
ver la realidad y la verdad de tu interior. Orgullo que no te deja mirarme
libre de prejuicios.
Líbrame de ti
y te libraras de mí.
O encadéname a ti
y te encadenarás a mí.
Haz lo que quieras.
Pero haz que la tormenta amaine,
y nuestras espadas se envainen,
para que la paz vuelva a nuestras tierras.
Paz para poder seguir adelante…
(Pido disculpas por cualquier error gramatical o ortográfico que haya podido escaparse)
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