Estoy harto, saciado, lleno,
hasta la coronilla, hasta la puta polla.
Estoy harto, de que haya injusticias en este mundo;
de que haya pan para pocos y hambre para muchos,
y sed para otros tantos, de mientras aquí,
tiramos el agua como fuera algo infinito.
Estoy harto de que haya ricos y pobres,
listos y tontos, altos y bajos y altibajos;
que unos ganen a costa del perder de otros,
que la felicidades de uno sea desdicha de otro.
Estoy harto de que los ladrones roben,
los políticos mientan, los asesinos maten,
los honestos sufran, los trabajadores madruguen,
de que los sinceros reciban falsedad a cambio.
Estoy harto de que el amor se trate tan trivialmente,
se tire a la papelera en vez de arreglarlo,
de que le peguen, le violen, le insulten,
de que no sea lo sagrado que se merece.
Estoy harto de sentirme tan crónicamente solo,
tan cósmicamente solo, de ser un andrógino,
buscando otra mitad filosófica que te amarga,
que solo seas feliz si tienes quien te la coma.
Estoy harto de luchar, de seguir adelante,
de perdonar, de entender, de comprender,
y no recibir nada más que obstáculos,
que seguir superando para topar con más.
Estoy harto del dolor, del sufrimiento,
de la angustia, de la desesperación,
ajena y propia, lejana y cercana,
mía y tuya, de él, de aquel y del de más allá.
Estoy harto de estar harto, de tener paciencia,
de que se agote, de ser impaciente, de ser,
de querer y no tener, de tener y no poder,
de ver, haber visto y estar a la vez tan ciego.
Estoy harto de perder oportunidades, de que se esfumen,
de tener que solo un camino de mil posibles,
de decidir, escoger, señalar solo una posibilidad,
de la infinidad de cosas que da la vida.
Estoy de harto de la inspiración, que viene y se va,
cuando le da gana y no cuando se busca,
de que sea tan caprichosa como un niño pequeño,
que si no tiene lo que él quiere, llora y solloza.
Estoy harto, de que haya bancos, políticos, policías,
poder y sometidos, libertad y confinamiento,
que siempre haya que pisar y no ser pisado,
o ser pisado y cargar con esa desgracia.
Estoy harto de la venganza, del honor, de lo correcto,
instrumentos inútiles que solo sirven para someter,
para corromper, para dañar, para matar, para separar,
de que sea más importante lo que dicen de ti,
que tu felicidad y bienestar interno.
Estoy harto de las fronteras, de las banderas, de las normas,
de la burocracia, del estado, de la independencia y de la patria,
de ver como hermanos se odian por algo que cuatro ineptos,
han creado para seguir sentados en su dorada poltrona.
Y estoy harto de este poema, de esta prosa, de este chascarrillo
de ser un intento de poeta, músico, escritor, amante, amigo;
así que ahora romperé la métrica y acabaré aquí y ahora.
así que ahora romperé la métrica y acabaré aquí y ahora.
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