lunes, 14 de abril de 2014

Love - Hate (Microrelatos)














Pequeña colección de Micro-Relatos (Relatos de 100 palabras o menos) sobre Amor, Odio o ambos a la vez. Todo hechos por miembros y originalmente publicado en el grupo de Facebook “Beta-Readers en Español” (https://www.facebook.com/groups/658876257513446/).
Espero que os guste!


Rosiel DunLaoghaire

Las seis de la mañana. No paraba de mirar el techo enmohecido. La brisa de la ventana me ponía la piel de gallina, me recordaba a ella. El roce de su piel, su mirada, los cabellos morados y el brillo de sus pendientes. Inspiré hondo. Podía notar su olor en las sábanas y el movimiento ajetreado de la noche anterior. Me sonrojé, fue sin querer. Tanto como el beso de regalo en su mejilla al despertar – Buenos días, hermosa – le dije mientras empezaba el último día de nuestras vidas en un país donde nuestro amor estaba condenado a muerte.

Tenía los músculos faciales en tensión, mis dientes chirriaban. Era una situación que no soportaba. Podía ver como, tú, una persona incapaz de razonar, me daba lecciones a mi de humildad. Una persona que era famosa por su egocentrismo, por su ropa llamativa y su estridente voz. Tú. Que jamás habías tenido la decencia de preocuparte por los demás. Tú. Que la única preocupación que tenías era extender las manos para recibir dinero. Me levanté de la silla. No soportaba una familia así. Una en la que sólo por ser mujer tuviera que callarme. Pudríos.


Gisela Moreno

Y ahí estabas mirándome por encima del libro y aquí estoy yo esperando una señal, un te quiero, una caricia. Pero sé que no pasará, el muro que se levantó hace tiempo entre los dos no se quebraja. Tú te adentras en tus historias y yo sólo busco adentrarme en tu boca.

Recuerdo el último te quiero que salió de tus labios, tan tenue, tan frío. Como quien deja las maletas en un taxi y los recuerdos en su estancia, con la diferencia es que mi estancia se fue en aquél taxi. Con nuestras ilusiones, nuestro amor, nuestras noches de pasión, con nuestra juventud. Se fue todo tan rápido como la caricia que me regalaste al irte y yo aquí estoy, haciendo todo lo que me regalaste algo eterno.

Jamás me imaginé que mi corazón volvería a latir, apareciste de casualidad, sacado de mis versos, de mis pensamientos. Eras como una estrella que surgía del fondo de mi alma, como príncipe que viene a salvar a la princesa, como rosal sin espinas como chica perdida. Lo que siento por ti es tan especial que sólo lo puedo asemejar a un sueño, un sueño del que no quiero despertar.

Recuerdo aquella noche en la que me besabas sin descanso, sólo existíamos nosotros dos bajo la luz de la luna. Dónde nuestros labios tenían el trabajo de devorarse, donde nuestras manos eran fieles servidoras de nuestros latidos descubriendo y redescubriendo nuevos rincones de nuestra piel. La ropa se esparcía por el suelo de la habitación, de la cama, donde no dábamos tregua a nuestra imaginación, donde sólo se escuchaba nuestra respiración. Se ahogaban nuestra voces, sabíamos que sería nuestra última noche, el reloj marcando las horas y nosotros marcando nuestras almas. Marcando de recuerdos de una habitación de hotel, de dos corazones, de un cuerpo al son de las agujas del reloj.

Cisco Jaime Sánchez

¿Sabes? Sé que me vas buscando en cada esquina, en cada parada de metro y sobre todo en esa estación en la que tantas veces nos hemos besado esperando el tren que nos iba a llevar a dar un paseo, a trabajar, hacer el amor e incluso pisemos un muerto. Pero tú prefieres girar la cara y salir corriendo, como si no supieras quien soy. Quizás sea cierto, ya que como tanto te gusta cambiar de persona, ya no sé si eres tú o eres otra. Pero sé que en tu casa suena una canción de tu querido Manolo: “No me acostumbro a estar sin ti”.

Oscar Ibáñez Vicente

Monstruo. Ni el abismo permitiría tu llegada, ni los siete infiernos te acogerían calurosamente, ni el mayor de los asesinos, ni el rey de los ladrones, beberían o comerían en el banquete que nadie celebraría por tu éxito. Porque no hay éxito o gloria en ti. Solo ruina, basura, desechos inherentes a tu no ser, a tu no existencia, que es a lo único que podrás aspirar. No solo aplastaré tu cuerpo, sino que destrozaré tu alma y mandaré al vacío a tu podrida mente. Tu destino está inevitablemente escrito: Tú eres mi muñeca y yo te voy a romper.

Jose Manuel Mauriz Mellado


Quiero amarte violentamente, sin amor. Quiero que nos quememos en nuestro propio fuego. Quiero lamer tus lágrimas derramándose por tus mejillas agrietadas. Quiero que este momento sea eterno, que nunca olvides este instante de puro placer y dolor. Que mi mirada de asco se mezcle con mi sonrisa cansada de satisfacción. Que recuerdes el momento de mi marcha. Que ansíes que no vuelva y a la vez desees que esté ahí. Que sepas que no hay nada más bello y más autodestructivo que lo nuestro. Te odio, amor mío.


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