Pequeña colección de Micro-Relatos (Relatos de 100 palabras
o menos) sobre Amor, Odio o ambos a la vez. Todo hechos por miembros y
originalmente publicado en el grupo de Facebook “Beta-Readers en Español” (https://www.facebook.com/groups/658876257513446/).
Espero que os guste!
Rosiel DunLaoghaire
Las seis de la mañana. No paraba de mirar el techo
enmohecido. La brisa de la ventana me ponía la piel de gallina, me recordaba a
ella. El roce de su piel, su mirada, los cabellos morados y el brillo de sus
pendientes. Inspiré hondo. Podía notar su olor en las sábanas y el movimiento
ajetreado de la noche anterior. Me sonrojé, fue sin querer. Tanto como el beso
de regalo en su mejilla al despertar – Buenos días, hermosa – le dije mientras
empezaba el último día de nuestras vidas en un país donde nuestro amor estaba
condenado a muerte.
Tenía los músculos faciales en tensión, mis dientes
chirriaban. Era una situación que no soportaba. Podía ver como, tú, una persona
incapaz de razonar, me daba lecciones a mi de humildad. Una persona que era
famosa por su egocentrismo, por su ropa llamativa y su estridente voz. Tú. Que
jamás habías tenido la decencia de preocuparte por los demás. Tú. Que la única
preocupación que tenías era extender las manos para recibir dinero. Me levanté
de la silla. No soportaba una familia así. Una en la que sólo por ser mujer
tuviera que callarme. Pudríos.
Gisela Moreno
Y ahí estabas mirándome por encima del libro y aquí estoy yo
esperando una señal, un te quiero, una caricia. Pero sé que no pasará, el muro
que se levantó hace tiempo entre los dos no se quebraja. Tú te adentras en tus
historias y yo sólo busco adentrarme en tu boca.
Recuerdo el último te quiero que salió de tus labios, tan
tenue, tan frío. Como quien deja las maletas en un taxi y los recuerdos en su
estancia, con la diferencia es que mi estancia se fue en aquél taxi. Con
nuestras ilusiones, nuestro amor, nuestras noches de pasión, con nuestra
juventud. Se fue todo tan rápido como la caricia que me regalaste al irte y yo
aquí estoy, haciendo todo lo que me regalaste algo eterno.
Jamás me imaginé que mi corazón volvería a latir, apareciste
de casualidad, sacado de mis versos, de mis pensamientos. Eras como una
estrella que surgía del fondo de mi alma, como príncipe que viene a salvar a la
princesa, como rosal sin espinas como chica perdida. Lo que siento por ti es
tan especial que sólo lo puedo asemejar a un sueño, un sueño del que no quiero
despertar.
Recuerdo aquella noche en la que me besabas sin descanso,
sólo existíamos nosotros dos bajo la luz de la luna. Dónde nuestros labios
tenían el trabajo de devorarse, donde nuestras manos eran fieles servidoras de
nuestros latidos descubriendo y redescubriendo nuevos rincones de nuestra piel.
La ropa se esparcía por el suelo de la habitación, de la cama, donde no dábamos
tregua a nuestra imaginación, donde sólo se escuchaba nuestra respiración. Se
ahogaban nuestra voces, sabíamos que sería nuestra última noche, el reloj
marcando las horas y nosotros marcando nuestras almas. Marcando de recuerdos de
una habitación de hotel, de dos corazones, de un cuerpo al son de las agujas
del reloj.
Cisco Jaime Sánchez
¿Sabes? Sé que me vas buscando en cada esquina, en cada
parada de metro y sobre todo en esa estación en la que tantas veces nos hemos
besado esperando el tren que nos iba a llevar a dar un paseo, a trabajar, hacer
el amor e incluso pisemos un muerto. Pero tú prefieres girar la cara y salir
corriendo, como si no supieras quien soy. Quizás sea cierto, ya que como tanto
te gusta cambiar de persona, ya no sé si eres tú o eres otra. Pero sé que en tu
casa suena una canción de tu querido Manolo: “No me acostumbro a estar sin ti”.
Oscar Ibáñez Vicente
Monstruo. Ni el abismo permitiría tu llegada, ni los siete
infiernos te acogerían calurosamente, ni el mayor de los asesinos, ni el rey de
los ladrones, beberían o comerían en el banquete que nadie celebraría por tu
éxito. Porque no hay éxito o gloria en ti. Solo ruina, basura, desechos
inherentes a tu no ser, a tu no existencia, que es a lo único que podrás
aspirar. No solo aplastaré tu cuerpo, sino que destrozaré tu alma y mandaré al
vacío a tu podrida mente. Tu destino está inevitablemente escrito: Tú eres mi
muñeca y yo te voy a romper.
Jose Manuel Mauriz Mellado
Quiero amarte violentamente, sin amor. Quiero que nos
quememos en nuestro propio fuego. Quiero lamer tus lágrimas derramándose por
tus mejillas agrietadas. Quiero que este momento sea eterno, que nunca olvides
este instante de puro placer y dolor. Que mi mirada de asco se mezcle con mi
sonrisa cansada de satisfacción. Que recuerdes el momento de mi marcha. Que
ansíes que no vuelva y a la vez desees que esté ahí. Que sepas que no hay nada
más bello y más autodestructivo que lo nuestro. Te odio, amor mío.
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