En la vida uno se encuentra mucha gente. Necios que se creen sabios, sabios que son conscientes de ignorancia universal. Idiotas con carera y dos masters, cajeros de supermercado con la clave de la paz mundial. Emperadores que hacen arder su reino en llamas, que aman a hombres en secreto, que conquistan solo con llegar a un lugar, gobernantes que escriben su nombre con sangre, con amor, con odio, con muerte, con grandeza. Ladrones que roban para no morirse de hambre y cerdos que sueñan con limpiarse el esperma de su falo al masturbarse con el dinero del contribuyente. Zorras que te dicen “te quiero”, a la semana te dejan y la semana siguiente ya quieren casarse con su nuevo novio y santas que solo reciben palo tras palo porque no saben hacer otra cosa que creer ciegamente en el romanticista amor romántico. Chulos que ven a las mujeres como un marcador que hay que aumentar, y pobres diablos que dan su alma a una chiquilla a cambio de nada y reciben una puñalada con nocturnidad y alevosía. Niñas que se creen mujeres y mujeres que lloran como niñas. Niños que se creen hombre y hombres que aman como niños. Pero al final todo se resume en bueno y malos, ying y yang, cielo e infierno. En la vida uno se encuentra de todo, pero sobre todo persona. Buenas o malas personas. Y después están los ángeles como tu. Y después están los ángeles como tú. Te conocí en aquel prado, tu cabello moreno ondeándose al viento, tu sonrisa daba vida a las flores. Corría tras de ti, de tu vestido blanco moviéndose al ritmo de tu andar, como si bailaras flotando en el aire. Te giraste y me miraste, tus ojos me cautivaron, eres un ángel caído del cielo sin alas, la que da sentido a la palabra bondad. Tan frágil, tan inocente, llena de vida. Para cualquier persona podrías ser una más, pero para mí eres aquella luz que ilumina mi oscuridad, tan diferentes somos... Pero los polos opuestos se atraen ¿no? Eres aquél ángel capaz de cambiar la vida de cualquier persona y por suerte me ha tocado a mí. Eres la luz alumbra mi existencia. Sin ti el mundo es negro y solitario. Paseo por las calles oscuras y desiertas, acompañando mi corazón, tan vacío y frío como el aire que recorre mi piel. Las únicas luces que relucen son las de la farola, todo está en silencio, no hay risas al pasar. Sólo encuentro gente tan sola como yo, los bares llenos de gente dónde ahogan sus penas, vagabundos intentando dormir sobre trozos de cartón. Me abrazo a mí misma recordando lo que había pasado por esas calles, lo iluminada que se sentía a pesar de haber oscuridad dándole un toque íntimo, especial. Y ahora no queda nada, hasta el aire hiela mis manos, mis sentimientos. Supongo que todo varía según como veas las cosas y desde que punto de vista, lo único que me arropa ahora es la soledad que decide quedarse durante un tiempo a hacerme compañía ¿Irónico? La soledad es aquella que te acepta tal como eres, la que está contigo cuando todo está inestable y la que te ayuda a conocerte mejor. En algunos momentos de nuestra vida necesitamos centrarnos en esta soledad que nos despeja la mente, que hace poner en marcha el motor de nuestro cerebro. Noches como esta puedo decir que nadie está solo, va con su yo – interior sin saberlo, el que le acompaña allá donde vaya y el que le acepta tal cuál es. Aprovecha esas noches en que la reina de los cielos es la luna llena y déjate llevar, comprende tus miedos e inseguridades, deja que un ángel te acompañe en silencio y conócete, quiérete y valórate.
Texto hecho a medias con la gran Gisela Moreno. Un placer escribir contigo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario