Te entiendo tanto, cielo mío, créeme que te
entiendo
por eso créeme cuando que te digo, cuando suspiro,
que a veces es mejor no preguntarse por qué...
Preguntarse por qué te inunda la soledad,
rodeada por un mar lleno de corazones.
Preguntarse por que a los cabrones,
se les regala la felicidad.
Preguntarse por qué el mar está hecho,
de las lágrimas de la gente de buena fe.
Preguntarse una y otra vez el por qué,
de que haya tanto dolor en tu pecho.
Te entiendo tanto, cielo mío, créeme que te
entiendo
por eso créeme cuando que te digo, cuando suspiro,
que a veces es mejor no preguntarse por qué...
Preguntarse por qué las almas buenas,
viven con la cruz en la espalda.
Preguntar por qué los que tienen la espada,
acaban siendo siempre las mismas hienas.
Preguntarse por qué tienes que bailar,
al ritmo de un niñato caprichoso,
destino intransigente y orgulloso,
niño travieso que disfruta haciendo llorar.
Te entiendo tanto, cielo mío, créeme que te
entiendo
por eso créeme cuando que te digo, cuando suspiro,
que a veces es mejor no preguntarse por qué...
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